Una vez captada tu atención, el titulo serio de este artículo, argumento de mi participación en el programa «Frutas y verduras. Alimentación saludable» de Cajamar en Fruit Attraction 2019, es:
¿Qué pasaría si la industria agroalimentaria contara con más profesionales de la nutrición?
¡Ojo! un profesional de la nutrición no es alguien con un curso, cursillo, master o un influencer de turno al que le gusta mucho mucho la nutrición aunque haya estudiado turismo o un cocinillas. La carrera de nutrición existe, tiene 4 años y no es la de medicina (0 asignaturas de nutrición), enfermería (1 asignatura de nutrición) o farmacia (1 asignatura de nutrición), es la del Grado en Nutrición humana y dietética y a los que ejercen como tal se les llama Dietistas-Nutricionistas.
Aclarado esto, procedo:
Actualmente existe una maraña importante alrededor del mundo de la salud, alimentación y nutrición, quedando desconectadas partes fundamentales como: recomendaciones de organismos oficiales, mensajes de divulgación, campañas de marketing, opciones disponibles en comedores y productos alimenticios disponibles en los supermercados.
Esto hace que tengamos normalizadas barbaridades como asociaciones de pediatras avalando galletas, con formas de animales extinguidos, cuyos niveles de azúcar en una dosis suponen la mitad de la dosis diaria recomendada para niños. O la gran contradicción entre el bombardeo de información advirtiendo los peligros de la mala alimentación y luego encontrarnos las estanterías de los supermercados repletas de alimentos insanos. Por poner algún ejemplo.
Como sociedad no podemos pretender querer solucionar los problemas de obesidad y enfermedades relacionadas con una mala alimentación sin tener control sobre lo que se vende en los supermercados.
Últimamente los esfuerzos van dirigidos a promover etiquetados limpios, creación de aplicaciones que nos ayuden a comprar mejor y estrategias de “quita y pon” (ejemplo; quito grasa y meto azúcar, ups, ahora me pillan entonces quito azúcar y meto edulcorante o cereales dextrinados). Y digo yo, ¿Acaso tendríamos que hacer tantos esfuerzos para poner a disposición del consumidor etiquetados claros y limpios si tuviéramos alimentos claros y limpios?.
La respuesta es evidente. En un mundo ideal, especialistas en nutrición trabajarían codo con codo con directivos y comerciales, participarían en el diseño de alimentos e influenciarían campañas de marketing y comunicación.
Yo tengo la gran suerte de vivir en un mundo ideal y que la realidad de mi trabajo sea así, pero por desgracia a mi alrededor aun veo una falta de profesionalización y gran desconexión entre ambos sectores. Es cierto que el sector productor de frutas y verduras no tiene que hacer grandes esfuerzos en lanzar productos saludables pues ya los tiene sobradamente, ahora bien, la clave está en cómo contar esta historia. El marketing y comunicación es el camino del éxito o del fracaso y hay que tener mucho cuidado pues por ejemplo, no es lo mismo hacer una campaña con un profesional serio de la nutrición hablando de de los usos y propiedades de un pepino, que contratar a una supermodelo para que lo sostenga y sonría. De este tipo de detalles depende que nos tomen en serio o no.
Deberíamos ser embajadores en investigación y no en postureo
Si nos fijamos en los gigantes del sector lácteo, veremos que sus campañas de marketing reflejan una gran inversión en investigación y desarrollo apoyándose en profesionales prestigiosos que abalan la calidad de sus productos (aunque dicha investigación esté ciertamente sesgada). Es cierto que su facturación lo permite pero en el sector tenemos empresas muy potentes o asociaciones de empresas que no tienen nada que envidiar al sector lácteo, solo falta organizarse y dar el salto. Realmente no es una cuestión de dinero sino de consciencia.
Otra actividad clave para el sector es el diseño de productos saludables y su optima transformación.
La sociedad actual no tiene tiempo y demanda productos rápidos y fáciles de consumir, ahí nos llevan ventaja, los lácteos, los zumos, los snacks, lo no saludable nos lleva ventaja. Nos encontramos con una gran demanda que requiere una gran labor para transformar nuestros productos frescos en IV y V Gama que ofrezca al consumidor opciones convenientes, pero saludables.
En este sentido ya tenemos gran trabajo realizado con el gazpacho y salmorejo pero aun quedan muchas cuestiones por despejar como ¿Cuál es la mejor técnica de conservación? ¿cuál es el mejor envase? ¿como de nutritivo es un gazpacho envasado en comparación con uno fresco?¿es más o menos saludable que un zumo de naranja?. Y esto es solo el comienzo pues poco a poco tendremos que ir también abordando otros segmentos como alimentos infantiles, bebidas de restauración, snacks y en definitiva, todo aquello que pueda desplazar de una vez a zumos y lácteos con alto contenido en azucares, bollería y carnes procesadas altas en grasas trans y aditivos, etc.
Si no hacemos esto, si no investigamos más, si no comunicamos adecuadamente, si no aportamos valor añadido a nuestros productos haciendo sinergia, países del tercer mundo nos comerán con precios que no podremos asumir y seguiremos perpetuando una sociedad desnutrida aun teniendo el grupo de alimentos más sano por excelencia.