Humus y legumbres son dos términos que se están poniendo muy de moda desde que exploramos la gastronomía de otras culturas o se habla de superalimentos.

Existe polémica con respecto a quién pertenece el humus. Aunque los libaneses lo reclamen, al parecer tiene como origen el antiguo Egipto. El humus ha sido motivo de orgullo e identidad en el Oriente Medio desde hace varias generaciones y ya no solo tenemos el conflicto sobre quién invento el humus, sino quién hace el mejor humus. Si te parece exagerado y no te lo crees, mira el vídeo Make Hummus Not War («Haz humus y no la guerra») protagonizado por líderes políticos de la región.

Aunque su receta pueda parecer sencilla, su sabor puede llegar a cambiar mucho en función de quien lo haga y de la selección de ingredientes. Por ejemplo, si los garbanzos son de bote o los has cocidos tú, adoptará una textura u otra, o cambiará el color si el tahini (pasta de sésamo) es blanco, crudo o tostado.

Aunque tradicionalmente sea de garbanzos, ahora que estamos viviendo una época de revalorización de las legumbres (consideradas los nuevos superalimentos por su riqueza nutricional), se crean nuevas recetas de humus con diferentes legumbres e incluso vegetales que cambien el color, como la remolacha.

Humus de remolacha

Humus de remolacha

 

Esto está ayudando a que países mediterráneos que hasta ahora tenían muy encasilladas las legumbres en potajes y poco más, puedan disfrutarlas a otras horas y de otra forma.

Las legumbres poseen un alto contenido en vitaminas, minerales y fitoquímicos, sustancias que aportan beneficios para la salud y que solo están el los vegetales. Se aconseja el consumo de legumbres al menos tres o cuatro veces a la semana y no solo en forma de guisos, que suelen ser un plato bastante contundente, sino también en ensaladas o purés de verduras. Ahora disponemos en nuestro repertorio de humus que incluso se pueden comer en la merienda o tostada de la mañana.

Características nutricionales:

  –   Fuentes de fibra alimentaria

  –   Aportan cantidades importantes de proteínas que, aunque sean de bajo valor biológico (como ocurre con las proteínas vegetales en comparación con las animales), se pueden combinar con ciertos cereales para solventar este problema. Por ejemplo, acompañando el humus de garbanzos con pan de pita. El de lentejas con tortas de arroz también puede ser una buena solución.

  –   Son muy ricas en glúcidos, principalmente en almidón (alrededor del 50 %). Por lo tanto son muy energéticas a pesar de su escasa proporción en lípidos (un 2 %, excepto los garbanzos que llegan al 5 %).

  Su índice glucémico es menor que la de los cereales por lo que se recomienda en deportistas y dietas de adelgazamiento que requieran tener energía disponible durante más tiempo.
Importante contenido de minerales (Ca, P, Fe, Cu, Mo).

  –   Fuentes de vitaminas (tiamina, riboflavina, ácido nicotínico y carotenos).

Si ya os han entrado las ganas de empezar a experimentar con 1.001 humus de distintos sabores y colores, aquí tenéis algunas ideas:

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* Escrito para Love my salad