Reflexiones de un 3 de mayo por la mañana preparando una charla para la Real Academia de Medicina y Cirugía de Sevilla en el recientemente inaugurado Hotel Legado Alcazar (foto de portada), una joya en pleno corazón Sevillano. 


Cuando me topé con el campo almeriense, fructífera equivocación, una de las cosas que más me llamó la atención fue el hecho de que la mayoría de los agentes implicados en el sector productor de frutas y verduras se interesasen por las características de frutas y verduras pero solo hasta su comercialización. Una vez vendidas, adiós valor.

Yo que llevaba años estudiando fascinada el poder de los nutrientes contenidos en frutas y verduras para la salud humana no daba crédito. Hasta ese momento mi carrera profesional había transcurrido entre fármacos y pacientes adheridos torpemente a sus diagnósticos, y no me cabía ninguna duda de que la industria productora de medicamentos conocía a la perfección sus efectos. Por esto, salvando las diferencias, me costaba entender que la industria productora de frutas y verduras que tanto se proclaman como saludables, no conociera a fondo sus efectos. Hasta que comprendí que era lógico, parte de una progresión, pues hasta el momento yo tampoco me había planteado que ocurría con las hortalizas antes de ser ingeridas que antes de tan siquiera empezar a nutrir, debían ser nutridas y eso es lo que hace la agricultura.

En este punto se materializó en mi cabeza una alianza entre la agricultura y la nutrición humana en países desarrollados, términos que hasta el momento solo se habían visto fusionados para abordar problemas como la malnutrición o hambre en el tercer mundo. Y es que la malnutrición no solo se deriva de falta de alimentos sino de ingesta de alimentos ricos en calorías y pobres en nutrientes. Es por esto que en personas obesas es frecuente encontrar deficiencias nutricionales.

Las deficiencias pueden ser cuantitativas como déficit de vitamina D, calcio o hierro o cualitativas como aparición de enfermedades relacionadas con una mala alimentación como la diabetes, enfermedades cardiovasculares o el cáncer en cierta medida y que en un porcentaje elevado se podrían prevenir con una alimentación variada, controlada y nutritiva. Cuando digo nutritiva me refiero a rica en nutrientes, que de manera natural tenga nutrientes y que gracias a la variedad ingerida obtengamos todo tipo de nutrientes.  Porque los nutrientes que realmente nutren son los que están en los alimentos reales y no los de “corta y pega”.

En esto consiste la nueva nutrición que impera actualmente, una nutrición no real basada en alimentos fortificados con o reducidos en que pretende equilibrar nutrientes de una manera desnaturalizada y poco efectiva. O si no, examinemos un caso muy controvertido como es el de los desnatados y su eficacia frente al sobrepeso y la obesidad:

DESNATADOS Y OBESIDAD

Las primeras leches desnatadas y semidesnatadas aparecen a mediados de los 70, según el recorrido histórico que desarrolla el profesor Ángel Gil, debido a la existencia de la preocupación por las ingestas excesivas de energía. Es en el 1978 cuando aparecen en España y Europa las leches de composición adaptada a los requerimientos nutricionales de otro tipo de poblaciones. Entonces aparecen leches como la desnatada A+D (de color rosa por supuesto ya que las principales consumidoras somos mujeres y nos encanta el rosa) que desde entonces están presentes en casi todas las despensas familiares.

Pues bien, a día de hoy se ha desnatado todo lo desnatable, triunfando en los supermercados los yogures desnatados (si te fijas en el lineal te cuesta encontrar enteros sin azucarar ni edulcorar), requesón desnatado, quark desnatado hasta queso curado desnatado.

Si el objetivo de lanzar tantos productos desnatados era reducir la ingesta calórica general y por tanto reducir el peso corporal, ¿por qué según datos de la encuesta europea de salud la tasa de obesidad y sobrepeso se ha duplicado desde los años setenta? ¡Casualmente alrededor de la fecha de aparición de las primeras leches desnatadas!

Tal vez una reducción excesiva de grasas haya supuesto un aumento de la ingesta de azucares y edulcorantes lo que si se ve reflejado en un aumento de peso demostrado.

Veamos un ejemplo: un yogur entero con aproximadamente 4 gr de grasa por cada yogur nos aporta el 5,6 % de la cantidad diaria recomendada de grasa, es decir más bien poco. En cambio, un yogur desnatado (fijaros en los ingredientes pues suele tener azúcar o edulcorantes) puede llegar a tener 6.8 g de azúcar por yogur lo que supone el 8% de la cantidad diaria recomendada y el 27% de la cantidad que recomienda la OMS para mantener un buen estado de salud (25 g y 50 g como límite).

Por tanto esta estrategia para combatir la obesidad no solamente no funciona sino que resulta más perjudicial que beneficiosa.

DESNATADOS Y DEFICIENCIA DE VITAMINA D

Otro factor muy importante relacionado con la eliminación de las grasas es el hecho de que existen vitaminas hidrosolubles y liposolubles, que necesitan de agua y grasa respectivamente para vehiculizarse y absorberse adecuadamente. Esta es la razón por la que las leches desnatadas están fortificadas con vitaminas liposolubles, como la A y la D, sintéticas intentando suplir la carencia que eliminar las grasas conlleva. Ahora bien ¿será igual de efectiva una vitamina de origen sintético que una de origen natural? NO y aquí viene la segunda casualidad, resulta que desde los años setenta se han incrementado alarmantemente los casos de deficiencias de vitamina D en la población sana, hablándose incluso de epidemia. Esto es seguramente multifactorial y sabemos que hay otros factores que influyen en este hecho, pero lo que no podemos negar es que la suplementación y fortificación de alimentos no ha solucionado ni de lejos los problemas de desnutrición del primer mundo.

Slide04

En definitiva, el día que empecemos a tomar consciencia de que la alimentación real naturalmente baja en grasas y naturalmente rica en nutrientes será la que nos salve de la maldición de las multiples enfermedades relacionadas con la alimentación, empezaremos a perder peso, nutrirnos, anímicamente encontrarnos mucho mejor y seguramente a un precio menor.

EL MENSAJE ES SENCILLO:

SIGUE UNA ALIMENTACIÓN REAL PARA OBTENER UNA NUTRICIÓN REAL

crudi