Resulta paradójico pensar que áreas como la agricultura, la salud o la sostenibilidad, tan solidas ya por sí solas, puedan adquirir una nueva dimensión, aún mayor, cuando se relacionan entre si.

A lo largo de la historia dichas materias han ido cobrando protagonismo de forma natural, haciéndose cada vez más importantes para satisfacer las necesidades humanas: la primera preocupación fue la de proveer alimentos de forma estable a las personas más allá de la recolección o la caza, lo que se abordó con la agricultura y la ganadería; posteriormente, una vez cubiertas razonablemente las necesidades de alimentación, aparece la preocupación por la incidencia que los alimentos tienen sobre la salud de las personas, probablemente producida por el hecho de que los alimentos no solo pueden matar por su defecto sino por su exceso; por último, surge la necesidad de producir de manera sostenible, abarcando lo social y medioambientalmente, como como único recurso que le queda al hombre para sostener su existencia en una tierra castigada y explotada.

De esta triple necesidad de: alimentarnos, nutrirnos adecuadamente y cuidar del planeta, surgen alianzas necesariamente inseparables como son la alimentación sostenible y la agricultura sostenible. 

 

ALIMENTACION SOSTENIBLE 

¿Qué podría considerarse una dieta o modo de alimentación sostenible? Aun siendo consciente del carácter multifactorial, nos centraremos en tres pilares fundamentales en la composición de una dieta: variada, simple y controlada.

  1. Variada. De 50.000 cultivos que se han utilizado a lo largo de la historia, sabemos que el 75% del total de las calorías que ingerimos vienen de tan solo 12 cultivos y 5 animales. La naturaleza es diversa y nos empeñamos en restringirla. Esto supone un gran perjuicio ya que la diversidad de cultivos enriquece la tierra, los hace más resistentes a plagas y suelos más fértiles.  Lo mismo ocurre con las personas, cuanto más variado sea el número de alimentos saludables que ingerimos, mayor será el número de nutrientes que obtengamos. El mejor ejemplo de esto es el hacer una ensalada que tenga al menos 4 colores de vegetales diferentes para obtener variedad de nutrientes. 
  2. Simple. O como se dice ahora, real, mínimamente procesada. Esto tal vez no se aplique tanto a la sostenibilidad como a la salud y es importante resaltarlo; pues comer alimentos procesados tal vez pueda ser sostenible en términos agrícolas pero no lo es para la salud. Y si además lo miramos desde el punto de vista medioambiental, la alimentación procesada tiene un gran impacto debido a la cantidad de residuos y envases que se generan. Principalmente derivados plásticos. 
  3. Controlada. Comemos más de lo que necesitamos y el hombre no está diseñado ni para tener alimentos disponibles 24 horas al día, ni para estar todo el día sentado frente al ordenador. Si a esto le añadimos recomendaciones como las de comer 5 veces al día, seguramente lleven a un picoteo excesivo  y/o abusar de los snacks insalubres como barritas, dulces, patatillas, etc. Como si no tuviéramos reservas suficientes para aguantar algunas horas sin comer, es más, no solo podemos estar horas sin comer sino días. Es por esto que las recomendaciones emergentes abogan por el ayuno intermitente, siempre que se haga controlado, que permita al cuerpo descansar de tanto alimento malsano y saturante.

Producir en exceso, comer en exceso, lleva a tirar comida en exceso, que tampoco es sostenible ni ético. Según la ONU, 821 millones de personas padecen hambre en el mundo y, según la FAO, cada año aproximadamente 1.3 billones de toneladas al año de comida acaban en la basura, un tercio de la producción de alimentos para consumo humano.  

AGRICULTURA SOSTENIBLE

¿Qué aporta el modelo agrícola almeriense a la agricultura sostenible? 

En Almería disponemos de 30.000 hectáreas de superficie invernada, bajo las cuales vive la huerta de Europa. Es una pena que dicha huerta que provee de frutas y verduras saludables a tantas familias tenga tan mala fama por etiquetas injustamente impuestas como “gases de efecto invernadero”, “plástico”, “inmigración” o “pesticidas”. 

Contra todo pronóstico popular, veamos como los invernaderos almerienses son un modelo ejemplar de agricultura sostenible: 

  • Gases de efecto invernadero. Debajo de las 30.000 hectáreas de invernadero que poseemos en la provincia se esconde una masa vegetal con capacidad para absorber CO2 y devolver oxígeno a la atmósfera. En concreto las 30.000 hectáreas absorben el CO2 equivalente al que emiten 250.000 coches al día. 
  • Huella Hídrica. Los invernaderos obligatoriamente deben usar riego por goteo, un sistema más eficiente y respetuoso con el consumo de agua. Tanto que hace que la huella hídrica de Almería en comparación con la de España sea 20 veces menor. Además, el agua utilizada para el riego se recoge de la lluvia en balsas y supone un 34% del total utilizada, el resto viene de desaladoras y acuíferos. 
  • Efecto albedo. Mientras la tierra se calienta, Almería reduce su temperatura en 0.25ºC al año ¿cómo es posible? Porque las blancas cubiertas de los invernaderos reflejan la radiación solar devolviéndola a la atmósfera reduciendo el calentamiento del suelo. Además, los plásticos de los invernaderos son reciclados al 100% en otros plásticos y cajas, por ejemplo, la industria responsable paga al agricultor por el plástico.
  • Ecológico. Aproximadamente el 10% de la superficie de invernaderos en la provincia es de cultivo ecológico y va en aumento. Aunque, para los que aun creen que los cultivos de invernadero tienen más pesticidas,  destacar que tanto ecológico como convencional en la provincia utilizan lucha biológica e integrada contra plagas (bichos contra bichos) siendo muy limitada la utilización de productos químicos. El cultivo ecológico da un paso más respetando la fertilidad del suelo gracias a la aportación de materia orgánica y la rotación de cultivos. Esto hace suelos más ricos y diversos que se traducirá en mayor calidad de los  frutos y en una producción más sostenible. 

Agricultura, salud y sostenibilidad deben de estar unidas por y para la supervivencia del planeta y en consecuencia la nuestra, que no al revés. Lo mismo que tenemos la capacidad de agredir al planeta, la tenemos de mejorarlo y son nuestras acciones cotidianas las que contribuyen en un sentido o en otro. Que no se nos olvide que será la suma de todas ellas la que determine el tiempo que nos queda en este hermoso lugar, nuestro hogar, el planeta tierra.