Ayer no daba crédito cuando escuchaba en la radio que se está poniendo de moda en España una intervención quirúrgica importada desde México y llamada “implante de malla sublingual” o «malla adelgazante«. La intervención consiste en COSER una malla de polipropileno utilizada para hernias a la lengua con el fin de que al deglutir alimentos sólidos, e incluso también puede ocurrir con líquidos, se sienta tal dolor que se quiten las ganas de seguir comiendo. Las imágenes de esta intervención podéis verlas en internet, yo me abstengo de ponerlas aquí. Así, los carniceros que realizan estas intervenciones prometen una perdida de 10 kg en un mes, lo que en todo caso resultaría una tortura y un estrés para el cuerpo.

¿Pero qué nos está pasando? Se me saltan las lágrimas cada vez que lo pienso. Veo en mi día a día a gente que desea perder peso a toda costa, pero ¿con el precio del dolor y de la autolesión?¿Tan importante se ha vuelto la imagen corporal para haber llegado a este punto? Existen suficientes métodos para perder peso de una manera natural y sin dolor como para tener que recurrir a este tipo de aberraciones, que no hará más que poner una cadena más a la esclavitud de la estética.

Aunque cada vez hay más hombres preocupados por su imagen corporal, por desgracia, la enfermedad por la delgadez y la autoexigencia sigue contagiando cada vez a más mujeres. Mujeres que en una sociedad frenética y competitiva tienen que pelear por ser las mejores madres, las mejores profesionales, las mejores cocineras y además las más guapas ¿Y qué queda detrás de esta cortina? Vacío, soledad, frustración, represión y mucho autocastigo.

Cuanto más alto subes mayor será el abismo de las pérdidas

Hoy se celebra el Día Mundial de la Alimentación, en el que se reivindica el derecho universal a la obtención de alimentos y la urgencia que corre erradicar el hambre en el mundo. El reto establecido por la FAO ha sido “Hambre Cero”. Y por eso, yo hoy me estremezco al ver el gran contraste entre cuerpos que sufren un vacío estomacal y espiritual voluntario, niños que mueren de hambre por una mala distribución de alimentos en el mundo y cuerpos obesos abandonados hasta límite de su soledad.

 

Las desigualdades sociales a veces son contradictorias

Las desigualdades sociales a veces son contradictorias

Yo no puedo salvar al mundo de sus locuras, ni apenas a mí misma de las mías, pero sí quiero hacer un llamamiento a la conciencia, la solidaridad y el autocuidado. Recordemos que existe demasiada hambre involuntaria como para sumar a esta la voluntaria. Cuidemos nuestro cuerpo a través de la cantidad y la calidad de recursos que afortunadamente tenemos a nuestro alrededor, tanto de alimentos saludables como de profesionales de la nutrición, y no con su ausencia.